Vídeo completo de la jornada. Disponible también en inglés.
Por Rosa M. Tristán
Expertos en turismo se reunieron el pasado 3 de diciembre, convocados por la Fundación Transición Verde y la Green European Foundation, para analizar las posibilidades y retos de transitar hacia un turismo más justo y bajo en carbono, en un encuentro acogido por La Casa Encendida. Fue enriquecedor conocer de primera mano posibles alternativas a un modelo que, evidentemente, hay que cambiar, y también tomar conciencia del tremendo reto que países como España, que tienen en el sector más de 12% de su PIB, deben afrontar cuanto antes.
A lo largo de la conversación, que tuve la oportunidad de moderar, Aurora Pedro Bueno, profesora universitaria y asesora de la Organización Mundial de Turismo, recordaba que «si hay un sector ligado a la movilidad es el turismo» y, por tanto, a las emisiones de carbono, de ahí que señalara que se requiere tiempo para afrontar los problemas que ha provocado la pandemia de COVID-19, como demostró el Plan que diseñó España para afrontar el pasado verano, «muy precipitado», en opinión de la experta, para quien habría que tener una política turística europea. Aurora Pedro reconocía que hoy en día la sostenibilidad aún no es una prioridad para un sector en el que se habla de ‘turismo inteligente’, utilizando la gestión de ‘big data’ para promover el negocio, pero no para cuestiones ligadas a los impactos y cómo evitarlos. «Nos faltan indicadores, unos criterios de sostenibilidad que sean comunes en la UE», señalaba.
De lo que ocurre en la UE sabe mucho Karima Delli, eurodiputada francesa del Grupo Verdes/ALE desde 2009, que preside la Comisión de Transporte y Turismo del Parlamento Europeo. «Ya en 2008, la crisis económica puso de manifiesto la debilidad de un sector que se ha centrado en potenciar las líneas aéreas como medio de transporte, pero el futuro es negro porque estamos ante una crisis climática, que supondrá escasez de agua, pérdida de playas, etcétera, y que sea un sector bajo en carbono pasa porque sea más local y por gravarlo con más impuestos a corto plazo, es decir, poner en marcha políticas fiscales que compensen el CO2 que se está emitiendo». Y añadía: «No tiene lógica que a estas alturas el queroseno [combustible de los aviones] no tenga ninguna tasa en la UE… El 40% del precio del ‘low cost’ precisamente corresponde a un combustible exento del pago de impuestos». Estas tasas, como mencionó, sí que existen en EEUU, Japón o Rusia desde hace años. «Con 0,33 céntimos por litro, las emisiones se reducirían en 70 millones de toneladas al año, que son el equivalente a 27.000 millones de euros», mencionó. «No se trata de donar algo de dinero para el tema ambiental, sino de compensar el CO2 que se emite», insistía Delli, que defendió también una apuesta más clara por el ferrocarril como medio de transporte.
Javier Benayas, científico y experto en impactos del turismo, hizo hincapié en que hay alternativas al modelo actual de turismo masivo y contaminante, que está llegando a todos los rincones del planeta, incluida la Antártida. Y ponía un ejemplo: un viaje de dos semanas al continente de hielo, que cuesta unos 10.000 euros per cápita, genera seis toneladas de CO2 y, de ese precio, 200 euros son tasas ambientales. En opinión de Benayas, «es el momento de recuperar el turismo de naturaleza, pero hay que hacerlo con una buena gestión de los espacios naturales protegidos para evitar impactos, siempre apostando por diversificar», lo que , en su opinión, «ayuda también a repartir mejor la riqueza que se genera y fija la población».
No obstante, Benayas no era optimista respecto al futuro. «Cuando yo nací, en el mundo éramos unos 2.600 millones de personas y ahora somos 7.500 millones. Somos muchos. Y tengo claro que cuando esté disponible la vacuna el turismo se va a disparar de nuevo porque mucha gente está deseando moverse. La realidad es también que hay muy poca conexión entre el sector del turismo y quienes investigan los impactos ambientales y climáticos que genera», reconocía.
Los ponentes también reclamaran una mayor formación para los profesionales del turismo en todo lo referente a los riesgos de su actividad para el medio ambiente, algo que está mejorando en algunas universidades pero en lo que quedaría mucho por avanzar.
En definitiva, muchos retos por delante que pasan por acabar con el ‘low cost’ aéreo, que llevará aparejada una disminución de la movilidad, más impuestos para compensar daños ambientales, un turismo más local y ligado a la naturaleza, pero con una gestión adecuada, mejores indicadores que sirvan para analizar, diagnosticar la situación y así buscar alternativas y más formación.
Como información complementaria, Aurora Pedro Bueno nos recomendó este enlace: València se convierte en la primera ciudad del mundo que verifica y certifica la Huella de Carbono de su Actividad Turística
Y Javier Benayas este otro: Guía para un turismo sostenible. Retos y criterios para la evaluación del sector turístico ante la Agenda 2030.