«Aunque la energía aprovechable con fuentes renovables, como la solar o la eólica, es casi infinita, los recursos necesarios para su captación no lo son. Los paneles solares, las turbinas eólicas, las baterías y los cables eléctricos contienen metales». Así comienza el informe que Transición Verde lanzamos en su versión en español.
El informe, Metales para una Europa verde y digital. Un plan de acción, ha sido realizado por la Green European Foundation y un grupo de fundaciones europeas liderado por el think tank holandés Wetenschappelijk Bureau Groenlinks y del que hemos formado parte. En él se analiza la situación de los metales que la Unión Europea necesita para cumplir con los -sobre el papel- ambiciosos objetivos de descarbonización de la economía y no parece fácil garantizar el suministro de muchos de ellos a corto y medio plazo.
Según la Comisión Europea, en 2030 la Unión Europea (UE) necesitará hasta 18 veces más litio y 5 veces más cobalto que su consumo total actual, sólo para cubrir las baterías de los coches eléctricos y el almacenamiento de energía. Para 2050, se prevé que esta cifra aumente a casi 60 veces más litio y 15 veces más cobalto. En cuanto a las tierras raras, nombre con el que se designa a 17 elementos (el escandio, el itrio y los 15 lantánidos), su demanda podría multiplicarse por 10 para esa fecha. Actualmente se emplean en coches eléctricos, turbinas eólicas y dispositivos digitales.
«La transición energética, necesaria para hacer frente a la emergencia climática, así como la intensificación de la digitalización propuestas por la Unión Europea se enfrenta al cuello de botella que supone la ingente cantidad de tierras raras y metales estratégicos necesarios y habrá que priorizar ya que ambos objetivos compiten por esos mismos materiales», afirma nuestro presidente Pepe Larios.
Metales y las relaciones geopolíticas
Se suma a esta situación que quien posea estos metales o sus derivados procesados podrá ejercer una mayor hegemonía en el mapa geopolítico. En la actualidad la Unión Europea depende principalmente de China para muchos de estos elementos (en el caso, por ejemplo, del neodimio y el disprosio, dos tierras raras, el 98% procede de China) lo que le da una peligrosa capacidad de influencia en el mercado mundial. Para reducir este riesgo la Unión Europea pretende aumentar lo más posible su autonomía en una serie de elementos que considera “estratégicos”. Esto implica reajustar las relaciones internacionales, pero también hacer lo posible por extraer esos elementos dentro de nuestras fronteras cuando estén disponibles, lo que está haciendo que los proyectos mineros están aumentando exponencialmente dentro de las fronteras europeas. Aun así, son mucho más frecuentes en otros lugares del mundo.
«La falta de estos metales estratégicos en el territorio de la UE y la suciedad ambiental y social de la minería de los mismos debe obligar a una seria economía en el uso de recursos, destinándolos a los productos más rentables socialmente. Debemos intensificar al máximo nuestra apuesta por una circularidad real en el uso de los materiales, en los casos en los que sea posible; establecer relaciones justas con los productores de otros países, rechazando los «metales ensangrentados»; y, sobre todo, debemos asumir que tendremos que consumir menos kWh y gygabytes», añade Larios.
Una transición «racional»
Otra cuestión a tener en cuenta es la solidaridad intergeneracional, en este caso, si tenemos derecho a explotar hasta el límite determinados recursos y no dejar nada a las generaciones venideras. El informe lo resume con una frase de Kathalihne Buitenweg, eurodiputada holandesa del grupo Verde: «Si las generaciones futuras nos preguntaran cuál será nuestro legado, “un suministro de energía limpia y un clima habitable” sería sin duda una respuesta más satisfactoria que “videojuegos en línea de gran realismo y anuncios publicitarios personalizados”».
Así pues son muchas las sombras que planean sobre el futuro de las transiciones propuestas en relación con sus necesidades materiales. El informe concluye con un Plan de Acción donde condensa numerosas propuestas políticas que se realizan para las administraciones en todas las escalas, entre ellas:
A nivel UE:
- Prohibir la obsolescencia programada y la irreparabilidad.
- Desarrollar e introducir requisitos de diseño con el fin de limitar el uso de los recursos de hardware, de energía y de datos.
- Intensificar el apoyo a la creación de valor agregado y a la diversificación económica en el Sur Global, que incluya la transformación nacional de las materias primas y el correspondiente desarrollo de las energías renovables y reciclaje responsable que permitan la creación de empleos decentes, incluidos los trabajadores del sector fósil.
A Gobiernos nacionales:
- Introducir bonificaciones de retorno o depósitos en todos los aparatos electrónicos, baterías portátiles, y otros productos que contengan metales.
- Utilizar la flexibilidad del régimen del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) de la UE para reducir o suprimir el IVA en los servicios de reparación y mantenimiento, así como en la venta de bienes de segunda mano.
A Gobiernos locales y regionales
- Trabajar en una reducción ambiciosa de la propiedad privada de automóviles en zonas urbanas mejorando las conexiones de movilidad en transporte público y favoreciendo los vehículos compartidos. Mejorar el transporte público en zonas rurales.
- Promover la recogida selectiva de los residuos electrónicos e impulsar el “rescate” de los productos cuya vida útil pueda prolongarse, en colaboración con los talleres de reutilización y reparación.
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