¿Está avanzando la UE en la dirección del poscrecimiento? Conversación con Cristina Monge y Giorgos Kallis sobre poscrecimiento y geopolítica

¿Está avanzando la UE en la dirección del poscrecimiento? Conversación con Cristina Monge y Giorgos Kallis sobre poscrecimiento y geopolítica

¿Está avanzando la UE en la dirección del poscrecimiento?

 

Esta conversación entre Cristina Monge y Giorgos Kallis sobre poscrecimiento y geopolítica forma  parte del proyecto Geopolitics of a post-growth Europe de la Green European Foundation. Aquí puedes leer la entrevista en inglés.

La politóloga Cristina Monge y el investigador sobre decrecimiento Giorgos Kallis discuten sobre las barreras geoestratégicas y culturales que se interponen en el camino del poscrecimiento.

 

CRISTINA MONGE

Es politóloga y doctora por la Universidad de Zaragoza, donde imparte clases de sociología. Sus áreas de interés son la sostenibilidad y la calidad democrática y, en especial, la gobernanza para la transición ecológica, sobre la que trabaja en centros de investigación como Globernance, BC3 y Ecodes. Es analista política en El País, Cadena SER, RTVE, Infolibre y Green European Journal. Participa en el Foro de Gobierno Abierto y en el Consejo Asesor de Cooperación al Desarrollo.

 

GIORGOS KALLIS

Es economista ecológico y experto en ecología política, y trabaja en el ámbito de la justicia ambiental y los límites del crecimiento. Tiene una licenciatura en química y un máster en ingeniería medioambiental por el Imperial College, un doctorado en política medioambiental por la Universidad del Egeo y un segundo máster en economía por la Barcelona Graduate School of Economics. Es profesor ICREA (Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados) desde 2010. Es conocido por sus numerosas publicaciones sobre decrecimiento.

 

Entrevistadora,
Soledad García-Consuegra, responsable de proyectos de Transición Verde.

 

Soledad: ¿Está preparada la Unión Europea, a nivel político, para dar los primeros pasos en la planificación del poscrecimiento?

Giorgos: No, no creo que haya signos de un compromiso político serio para avanzar en la dirección del poscrecimiento. Hay una apertura sin precedentes para debatir el poscrecimiento, como demuestra la gran conferencia celebrada en mayo en el Parlamento Europeo. Y después de tantos años, por fin hay financiación para la investigación en este ámbito. Se podría decir que hay mayor receptividad que nunca. Pero hay que ser realistas. Discutir algo por primera vez está muy lejos de planificarlo seriamente, sobre todo en un contexto de giro conservador generalizado en la mayoría de los países de la UE.

Cristina: Coincido con Giorgos. Este es un debate que ya tiene un recorrido en la UE en el ámbito de los movimientos sociales y ecologistas pero está muy lejos todavía de ser asumido por las instituciones. De hecho, la reciente Beyond Growth Conference que ha mencionado Giorgos fue un primer paso para ir abriendo vías a este debate, pero aún falta mucho para que pueda ser asumido por la parte institucional de la UE.

Más aún si también tenemos en cuenta cómo está cambiando la correlación de fuerzas en Europa. A los países que componen el llamado grupo de Visegrado [Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia], que eran a priori de los más reacios en temas de transición ecológica, ahora hay que sumar otros como Italia o Finlandia. En estos países, están llegando al poder fuerzas de extrema derecha y de ultraderecha, que consideran como stablishment al que oponerse, la lucha contra el cambio climático y otras políticas internacionales, como la Agenda 2030 (y los Objetivos de Desarrollo Sostenible). Esta aparición, o mejor dicho, el crecimiento de estas fuerzas y su incorporación a algunos gobiernos, hace difícil pensar que las instituciones europeas estén en condiciones de plantear este debate, y la incertidumbre política y económica en la que vivimos lo hace aún menos posible.

Soledad: En la senda hacia el poscrecimiento, ¿cuáles son las principales barreras tanto a nivel interno como geopolítico a superar?

Giorgos: Las barreras internas están claras. Los ricos que tienen más poder político quieren crecimiento, para que aumenten sus beneficios y puedan seguir enriqueciéndose cada vez más, sin que los pobres se empobrezcan tanto que se rebelen. El crecimiento es necesario para la estabilidad interna del sistema capitalista. Pero esta estabilidad es temporal, porque a largo plazo el crecimiento compuesto es una fuerza muy desestabilizadora, no sólo para el clima, sino también para la propia economía, a la que no se puede forzar a satisfacer esta carrera exponencial hacia el infinito.

A nivel geopolítico, la barrera también está clara: la competencia por el poder militar y la ventaja geopolítica está ligada al crecimiento económico. Después de todo, el PIB fue un invento que se puso en práctica en la Segunda Guerra Mundial, y el crecimiento del PIB se convirtió realmente en un objetivo general en el contexto de la Guerra Fría, cuando la Unión Soviética y Estados Unidos intentaban superarse mutuamente en la carrera armamentística con sus objetivos de crecimiento. En la medida en que las naciones poderosas compiten por el poder político y económico, huelga decir que necesitan el crecimiento para controlar a otras naciones mediante la fuerza militar o económica.

«El debate en torno al crecimiento y el poscrecimiento no es compartido por el conjunto de la sociedad»

Cristina Monge

Cristina: Entre las barreras geopolíticas o geoestratégicas podríamos incluir lo que mencioné en mi respuesta anterior sobre la correlación de fuerzas políticas; pero es obvio que hay otras barreras, porque incluso en países donde la ultraderecha no está en el gobierno ni cerca de estarlo, el debate en torno al crecimiento y el poscrecimiento no es compartido por el conjunto de la sociedad. Es un debate todavía muy de nicho de movimientos sociales, ecologistas o intelectuales. Está restringido a estas coordenadas. No está en la calle. Ni siquiera en las fuerzas políticas, ni de izquierdas ni de derechas. No me imagino en España a nadie presentándose a las elecciones generales promoviendo un discurso poscrecentista o decrecentista y que eso resultara vencedor.

Probablemente la principal barrera radique en el propio término «crecimiento» que tiene un carácter fetichista en nuestras culturas y en nuestra forma de vida. Por eso yo creo que si dejamos de centrar la atención en todo lo relativo a la palabra crecimiento, bien sea poscrecimiento, bien sea decrecimiento, que automáticamente se asocian a la idea del empobrecimiento, y empezamos a enfocarlo en positivo, es decir, hacia la reconsideración del bienestar o del pacto social, siempre dentro de los parámetros de la sostenibilidad, es posible que podamos encontrar un camino más aceptable para el conjunto de la ciudadanía. Cuando se plantean estos discursos, conviene incorporarlos dentro de un paradigma en positivo, de un paradigma de deseabilidad, que tiene que ver con el bienestar.

Soledad: En vuestra opinión, ¿cuáles son las principales tensiones y sinergias entre el decrecimiento planificado dentro de la UE y la capacidad de ésta para alcanzar sus objetivos geopolíticos, como puede ser el refuerzo de la seguridad en sentido amplio?

Giorgos: Si me preguntas por mi deseo personal, creo que Europa debería adoptar el papel del anciano sabio y pacífico, lo bastante mayor como para saber que no debe perseguir guerras mundiales ni guerras frías destructivas y lo bastante mayor como para conocer y lamentar sus pecados pasados y estar dispuesta a repararlos. Esta madurez debería traducirse en la aceptación y adaptación a una nueva era en la que la expansión constante ya no es necesaria ni posible. Y dentro de estos contornos, Europa debería encontrar para sí misma un papel posimperialista y poscolonial de convivencia con otras naciones y culturas del mundo, actuando como una fuerza de mediación y paz, y no de búsqueda de supremacía y poder. El decrecimiento, en el sentido amplio del término, es perfectamente compatible con esa vía de serenidad.

«En la medida en que la UE está atrapada y es parte integrante de la competencia geopolítica mundial, las tensiones con el decrecimiento son evidentes»

Giorgos Kallis

Si me preguntas ahora, siendo realista, en la medida en que la UE está atrapada y es parte integrante de la competencia geopolítica mundial, que se concreta en una competencia por el poder militar, las tensiones con el decrecimiento son evidentes.

Soledad: Una gran parte del movimiento por el decrecimiento se inclina por el pacifismo y el antimilitarismo pero, a la vez, insiste en que la transición hacia una sociedad del decrecimiento debe ser democrática. ¿Cómo se plantea desde el decrecimiento la defensa de la democracia contra las autocracias hostiles? ¿Se puede defender sin armamento?

Giorgo: Sí, ¿por qué no? La mayoría de los países de la UE pertenece a la OTAN y la OTAN tiene armamento suficiente para destruir varias veces el mundo entero si fuera atacada.

Entiendo que haces esta pregunta teniendo en mente la invasión rusa, pero no creo que las causas de la agresión rusa puedan, en general, reducirse a un sentimiento de hostilidad hacia las democracias. Las causas fueron mucho más específicas y, como en otras guerras e invasiones de grandes potencias, la guerra tuvo que ver con la competencia por zonas de influencia, política interna, mitos y fantasías históricas y muchas otras cosas. No creo que Rusia invadiera Ucrania sólo porque en esta última hubiera elecciones. Y viceversa, la supuesta mayor democracia del mundo, Estados Unidos, ha librado una serie de guerras ilegales, así como operaciones encubiertas contra dirigentes electos en las últimas décadas, de nuevo impulsadas por lo que las élites estadounidenses percibían como una defensa de los intereses nacionales (estrechamente definidos) de Estados Unidos y su búsqueda de la supremacía mundial. Por tanto, no veo esa amenaza militar existencial para las democracias a la que aludes, al menos de momento. Me preocupa mucho más la erosión interna de las democracias, con el ascenso de partidos y líderes antidemocráticos, y de prácticas antidemocráticas y autoritarias, incluso por parte de gobiernos que ostensiblemente se ven a sí mismos como baluartes de la democracia.

«Los discursos pacifistas que en otros momentos tuvieron mayor predicamento en el conjunto de Europa, ahora están de capa caída»

Cristina Monge

Cristina: Esta es una cuestión básica, especialmente en un contexto de guerra como el actual. Pero estamos viendo que las sociedades europeas no se han movilizado con firmeza en contra de la guerra, como hicieron en otras ocasiones. Sin duda se debe a que, en este caso, estamos hablando de una invasión, con un agresor y un agredido claramente identificables, que, además, está teniendo lugar a las puertas de la Unión Europea. Estos dos factores modifican los términos y las actitudes antibélicas. Los discursos pacifistas que en otros momentos tuvieron mayor predicamento en el conjunto de Europa, por motivos diferentes en cada país, ahora están de capa caída.

Giorgos: Creo que el pacifismo es, y debería seguir siendo, el núcleo del movimiento verde, aunque lamentablemente lo sea cada vez menos. Estoy de acuerdo con el diagnóstico de Cristina, aunque con algunas diferencias. La guerra de Ucrania ha puesto al movimiento pacifista occidental en una situación bastante rara en la que no es el propio Occidente el que invade otro país, en una guerra evitable. Un movimiento pacifista en Occidente para convencer a Putin de que detenga la guerra es obviamente un ejercicio inútil, ya que lo último que le importa a Putin es que protesten los pacifistas en Europa.

«Tenemos que marcar una línea muy clara entre una defensa razonable con la vista puesta en la paz, y un armamentismo a ultranza»

Giorgos Kallis

Por otro lado, sigue siendo necesario un movimiento pacifista dentro de Europa para frenar los excesos beligerantes que están surgiendo dentro de la propia Europa ahora mismo con este repentino amor por la OTAN. Tenemos que marcar una línea muy clara entre una defensa razonable con la vista puesta en la paz, y un armamentismo a ultranza que se prepara para luchar por zonas de influencia y contra posibles desafíos a la hegemonía occidental.

Soledad: Europa ha aumentado un 13% el gasto militar durante el primer año de conflicto bélico. ¿Es posible compaginar el aumento de la defensa y la seguridad con la transición energética y los compromisos climáticos?

Giorgos: No, no creo que sea compatible, y este gasto debería detenerse. Europa y la OTAN tienen suficientes cabezas nucleares para protegerse si llega el caso. Deberían recortar los gastos militares al mínimo absoluto, en ningún caso aumentarlos. Y deberían invertir todo el dinero disponible en la mitigación del cambio climático y la protección social, además de perdonar las deudas al Sur Global, no en construir tanques y submarinos, por el amor de Dios. ¿Cómo podemos estar discutiendo seriamente eso, quiero decir nosotros los verdes, en una era de colapso climático?

Soledad: ¿Cómo encajan actores como las grandes empresas multinacionales en un escenario sin crecimiento económico? ¿Son un freno o un aliado en el cambio de modelo?

Giorgos: Un freno, obviamente. Son la encarnación de la economía globalizada hiperacelerada que depende de la extracción de mano de obra y recursos mal pagados del resto del mundo.

Cristina: Efectivamente ese tipo de empresas están insertas en un modelo de crecimiento sin el que no pueden sobrevivir, por lo que difícilmente serán un aliado. Ahora bien, también es cierto que están surgiendo movimientos empresariales como, por ejemplo, el B Corp con planteamientos diferentes y que tienen claro que para que sus negocios sean viables en el largo plazo tienen que estar dentro de un paradigma de sostenibilidad. Obviamente son empresas que no tienen ni el poder ni la capacidad de las grandes multinacionales de carácter tecnológico, financiero, energético, etc. pero sí que abren el camino a un nuevo modelo de empresa y a un planteamiento diferente del desarrollo económico más próximo a los criterios de sostenibilidad.

Soledad: ¿Qué papel deberían tener los actuales organismos económicos (Organización Mundial del Comercio, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional…) como reguladoras? ¿Se deberían ampliar las funciones de gobernanza económica de la ONU?

Giorgos: En su función actual, sirven sobre todo como instrumentos de protección de la hegemonía económica de Occidente y de los intereses de acreedores y financieros. En un escenario ideal, sí, la ONU debería desarrollar instituciones económicas que permitan unas relaciones económicas equilibradas, democráticas y justas entre los distintos países.

Cristina: Naciones Unidas no tiene una capacidad ejecutiva, ni tiene una capacidad de gestión, ni siquiera de los conflictos. Más allá de los temas declarativos es muy difícil que pueda poner en marcha políticas con sus correspondientes sanciones. El resto de organizaciones internacionales que planteas, de carácter más comercial, responden al ideario y los intereses de los famosos acuerdos de Bretton Woods. Para que empezaran a plantear debates como el del poscrecimiento tendrían que reinventarse completamente y eso es altamente improbable.

Soledad: ¿Por último, en vuestra opinión, ¿cuáles deberían ser los principales objetivos geoestratégicos de la UE en el marco de un contexto de poscrecimiento? ¿Podrían ser compartidos por todos los miembros?

Giorgos: Estamos muy lejos de un contexto que haga posible siquiera un debate sobre el poscrecimiento. Por lo tanto, nos limitamos a especular. Primero esperaría a que un país importante de la UE quisiera avanzar en la dirección del poscrecimiento, y entonces este debate podría empezar a tener algún sentido. Si queremos imaginar tal escenario, entonces repetiría lo que he dicho antes. El interés geoestratégico de Europa debería ser mantener algún tipo de neutralidad e independencia activas, convirtiéndose en un agente de paz y estabilidad en todo el mundo, centrándose internamente en el fortalecimiento de la democracia y en la búsqueda de nuevas formas de seguridad social y bienestar sin crecimiento.

Cristina: Coincido con Giorgos en que estamos muy lejos de ese escenario. En estos momentos no está ahí el debate y debemos centrarnos en los retos que se avecinan con más urgencia todavía. Los Estados miembros que así lo deseen van a tener que hacer un esfuerzo grande para mantener el Pacto Verde Europeo frente a gobiernos donde la presencia de la ultraderecha es tan importante como para cuestionar la existencia del cambio climático.