Queridas compañeras de la Fundación,
En primer lugar agradecer la confianza que ha depositado en mí el Patronato de la Fundación al designarme como presidente, espero no defraudar las expectativas que han puesto en mí ni defraudaros a vosotros y vosotras que hacéis posible la existencia de esta Fundación.
Quiero agradecer, y espero recoger también vuestro sentir, a mi predecesora Cecilia Carballo el trabajo realizado en el difícil periodo anterior en que la Fundación ha servido de incubadora para la eclosión EQUO, como partido, en la vida pública e institucional de nuestro país. Se abre ahora una nueva etapa en la que espero que la Fundación sea un instrumento para el impulso y difusión del pensamiento de la Ecología Política, sus análisis y propuestas.
La crisis sistémica que estamos atravesando lejos de remitir sigue agudizándose y las respuestas de las formaciones políticas que hunden sus raíces en el siglo XIX son incapaces de hacerle frente. Una de las consecuencias de la crisis para los países ha sido la caída del poder adquisitivo, la precarización de las clases medias y el aumento de la desigualdad. Para los países pobres de la periferia las consecuencias han sido la extensión de países fallidos por el decaimiento de recursos, las guerras por los recursos de todo tipo, pero predominantemente de combustibles fósiles, que han ocasionado migraciones internas y a países cercanos que retroalimentan el proceso de colapso de los estados afectados. Otra parte de estas migraciones se dirige hacia el centro, a los países del norte global.
La llegada masiva de personas refugiadas y migrantes coincide temporalmente con la fase de estancamiento de la economía en el norte. Frente a esta situación, la respuesta de las élites dominantes es doble, por una parte proponen un Norte-Fortaleza que impida la llegada de personas refugiadas de guerras, de la represión, de catástrofes ambientales o migrantes económicos. Por otra parte, sirven como excusa para reprimir la reacción frente a la crisis de su propia población, con la excusa del peligro terrorista y exacerbando actitudes nacionalistas racistas en la población del norte, señalando a los más débiles como los “otros”, los responsables de los males que les aquejan. Síntomas de esta situación son el fortalecimiento de la extrema derecha, el Brexit o el Trumpismo.
Urge poner en pie el análisis de la ecología política sobre la situación actual y las políticas verdes alternativas a la crisis: como necesidad de la transición hacia la soberanía energética y alimentaria, políticas sostenibles justas y democráticas, basadas en el ecofeminismos, la defensa de la biodiversidad y el animalismo; rescatando valores como la solidaridad con las migrantes y propiciando relaciones internacionales basadas en la colaboración y sin depredar recursos facilitando la transición en el sur global y la recuperación de las sociedades fallidas. Políticas que las recientes elecciones en Holanda y Austria muestran que esperanzadamente crecen respaldadas por jóvenes y mujeres.
Las tareas en este marco de la Fundación son varias, unas enfocadas a las activistas de la ecología política y otras áreas sociales, dotándolas de conocimientos y herramientas para la intervención política y social, así como el desarrollo de formas alternativas de economía; otra dirigida a las instituciones con propuestas claras de intervención, dando respuesta apropiada a la crisis, y no por última menos importante dirigirnos a la sociedad en su conjunto.
Para ello nuestra Fundación también puede, y debe, establecer lazos de colaboración e intervención conjunta con otras organizaciones, centros de estudios y fundaciones con las que compartimos objetivos parciales o más amplios.
Estoy completamente seguro que cuento para ello con la complicidad del Patronato, Consejo Asesor y como no, con vosotros, todos y todas.
Gracias anticipadas por el empeño y un fuerte abrazo.